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Almacenar el conocimiento tradicional de la aldea con tecnología del siglo XXI. Bajo esa premisa nacía a principios de 2021 el proyecto piloto "Aldea 0" en Peón, Villaviciosa, primera piedra sobre la que se edificó CTIC RuralTech, un centro de innovación tecnológica rural pensado para impulsar la línea de trabajo "territorios inteligentes", que ancla sus raíces un siglo atrás, cuando el villaviciosino Ramón Álvarez de Arriba se embarcó siendo niño en El Musel, rumbo a Cuba a finales del XIX.

Ese fue el germen de esta incubadora de nuevas ruralidades mediante la aplicación de la inteligencia artificial que es CTIC RuralTech. Ramón volvió a Asturias años después de su forzada emigración como "acaudalado comerciante". Su esfuerzo por devolver a su tierra algo de lo que él logró en la isla caribeña como representante de la compañía manufacturera Singer, quedó plasmado en su testamento, de 1910.

Antes de fallecer, el 27 de marzo de 1920, creó el Instituto Ramón Álvarez de Arriba y esposa por la educación femenina. Y su carácter filántropo le llevó a financiar, entre otros proyectos, la construcción de las escuelas públicas de Peón, que hoy son la base de CTIC RuralTech. El centro, orientado a hibridar el conocimiento campesino de la aldea con la innovación tecnológica, es un referente en el desarrollo de nuevos modos de tejer y sostener el conocimiento de la aldea mediante la tecnología del siglo XXI.

"Somos especialistas en obtener, procesar y almacenar datos para ponerles inteligencia artificial", precisa Pablo Priesca, director de CTIC Centro Tecnológico, la matriz de CTIC RuralTech, asentada en el enclave original del Parque Científico y Tecnológico de Gijón.

En 2019 recibieron la donación de la Fundación Álvarez de Arriba del espacio situado en el edificio anexo a las escuelas de Peón. "Se trataba de recoger el legado de Ramón Álvarez de Arriba –cuya Fundación se encontraba inactiva en ese momento– y proyectarlo y mantenerlo en pleno siglo XXI", continúa Priesca.

Hoy, CTIC RuralTech es un espacio de experimentación de lo que los expertos en ordenación del territorio y reto demográfico han dado en llamar "Aldea 0", un plan presupuestado en algo más de 700.000 euros, de los que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico aporta casi 580.000 y 150.000, CTIC. con el objetivo es poner a prueba una nueva viabilidad económica, comunitaria y ecológica del espacio rural.

Junto a Peón, donde está ubicado el Centro Tecnológico de CTIC para el medio rural, participan en este novedoso programa piloto las localidades de Porrúa (Llanes), Asiegu (Cabrales) y Moal (Cangas del Narcea), junto con otras aldeas del Norte de Portugal y de Galicia.

Emilio Teleña y Luisa Paz, en la escuela de Peón, con varias tablets sobre la mesa principal. | Á. González

"La idea es reconocer la cultura del medio rural e hibridarla con tecnología para ganar en productividad y calidad de vida", subraya Pablo Priesca. ¿Y cómo funciona ese híbrido? Lo han logrado representar con un proyecto de vallado virtual para las cabras en Somiedo. Reducen el coste que supone mantener las cabañas ganaderas en zonas de montaña gracias al apoyo de la tecnología que permite cartografiar una determinada superficie.

Lo explica Emilio Teleña, trabajador de CTIC RuralTech, ante una pantalla: "El ganadero puede controlar virtualmente a las cabras lanzando un aviso desde su móvil (a collares con GPS en los animales) que realizan pequeñas descargas eléctricas si el ganado se aleja de su zona de pasto, como si se tratara de un pastor eléctrico". ¿La ventaja? Que el propietario del rebaño no se tiene que desplazar y puede llegar a plantearse una suerte de trashumancia virtual. "Es algo revolucionario", confirma Pablo Priesca y, además, "una forma de apoyar a los ganaderos en el mantenimiento del territorio a costes asumibles".

Detalle del uso de la tecnología blockchain en la trazabilidad de una botella de sidra. | A. González

Del centro de innovación de Peón, donde hoy trabaja una veintena de personas, salió antes del vallado virtual un proyecto de telemedicina del Hospital Covadonga de Gijón para los propios vecinos del valle maliayés y para los de Asiegu. Funcionó a modo de plataforma de consultas Aquel plan piloto sentó las bases de otro más reciente: la creación de una comunidad energética local.

Lo explica así Emilio Teleña: "Se trata de experimentar con la tecnología para la acumulación de energía y aprovechar para consumirla, por ejemplo, en la franja nocturna". En la zona posterior del centro de ubicarán los paneles fotovoltaicos, suministrados por la empresa Ergón, responsable, entre otros proyectos, de una cubierta similar en el área del Bobes. Colaboran también con la Fundación Asturiana de la Energía (Faen) y Asturenerxía.

"La idea es analizar la infraestructura necesaria para un consumo energético comunitario", explica. Luisa María Paz, también vinculada al proyecto de CTIC RuralTech, quien precisa que los primeros en sumarse han sido un taxista de Peón con un coche eléctrico, un ganadero y un vecino con perfil de más edad y consumo doméstico. "Se trata de un demostrador a escala local", añade. Teleña apunta algunas ventajas más: "Abarata los costes de la energía, mejora el rendimiento, es una oportunidad grande para dinamizar a partir del grupo", recalca.

Pablo Priesca, en el invernadero climático para experientar cultivos. | Á. G.

El otro gran desafío para mantener población en el medio rural pasa por realizar un sostenimiento adecuado de la cultura tradicional. Lo han logrado a través de una "comunidad multipolar" en Porrúa con quienes están trabajando el uso de la tecnología para recuperar las tradiciones locales. "Se trata de centralizar actividades, que los grupos locales se puedan comunicar y plasmar cómo comunidades rurales son capaces de prosperar", concreta Paz.

En el caso de la escuela de Peón, el uso de la realidad aumentada con los niños del centro, que forman parte del CRA de La Marina, ha permitido impulsar una actividad intergeneracional de forma que las personas mayores de la parroquia practican en talleres de memoria cómo identificar a los protagonistas de fotografías tomadas hace décadas que luego los niños digitalizan. "Es un recurso educativo más", continúan desde CTIC.

Espacio de trabajo ubicado en la planta superior de CTIC RuralTech. | Á. G.

El blockchain, la tecnología empleada para realizar transacciones con criptomonedas, donde se utilizan grandes bases de datos de forma distribuida y segura, se ha convertido también en aliada para los llagares.

Marcas como Castañón lo han introducido en el manejo habitual de sus clientes que mediante la lectura en un código QR pueden obtener una lectura detallada de todo el proceso previo a la elaboración de la sidra: desde las variedades de manzana que fueron utilizadas, la ubicación de la finca, el período de fermentación de la bebida, los propietarios de las pomaradas...

Sería algo así como el DNI de la sidra. "Hace visible a través del dato la confianza entre los diferentes agentes que participan", garantiza Pablo Priesca. "Blockchain viene a sustituir la confianza de toda la vida en la casería", resume Luisa Paz.

Un modelo de realidad virtual aplicado al escando de sidra. | Á. G.

Esa fusión de la tradición y el conocimiento de la aldea a través de la tecnología tiene una razón de ser, a juicio de los responsables de CTIC. "Aprovechamos el valor del medio rural y les damos calidad de vida para atraer nuevos pobladores", afirman. "El dato es nuestra gasolina, y para los vecinos de la aldea también, un medio en el que todo está interconectado", concluye.

Idéntico operativo que el de la sidra lo han seguido para la trazabilidad del queso azul Vega de Tornín o para optimizar la red de distribución de una cooperativa de piensos.

De inteligencia artificial también han dotado a varias queserías asturianas mediante ‘gemelos digitales’ de la planta que evitan el desplazamiento del maestro quesero, ya que se puede realizar un control de la producción a distancia.

El último experimento en ese aprovechamiento del dato es el invernadero climático del centro. De la mano de expertos del Serida comenzarán a simular próximamente escenarios diferentes para cultivos, en cuanto a luz, temperatura, precipitaciones... "Serviría como banco de pruebas, por ejemplo, para ver cómo responden ciertos cultivos al cambio climático", avanza Pablo más en su buen hacer para la construcción de "territorios inteligentes".
 

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