El 21 de septiembre es una fecha especial para muchas personas en todo el mundo.
Hace 25 años, la Organización Mundial de la Salud (OMS), bajo el auspicio Alzheimer's Disease Internacional, instauró esta fecha como el Día Mundial del Alzheimer. Sin, por supuesto, olvidar a las personas que presentan otro tipo de demencias, el Alzheimer destaca entre ellas como su forma más común, representando actualmente entre un 60% y un 70% de los casos. Una enfermedad de la que, allá por 1906, Alois Alzheimer planteaba una primera descripción de una “inusual enfermedad de la corteza cerebral”. Más de un siglo después, esta enfermedad no sólo no ha sido vencida, sino que se ha convertido en una prioridad de salud pública: actualmente el Alzheimer es la principal causa de discapacidad en personas mayores, la segunda causa específica de muerte en España y la enfermedad con mayor aumento de mortalidad tras haberse duplicado en los últimos 15 años, según datos de la OMS.
Para ser conscientes de su alcance, en el tiempo transcurrido desde que has comenzado a leer este post, probablemente se hayan diagnosticado unos 10 nuevos casos de demencia en el mundo (cada 3 segundos se diagnostica un nuevo caso), de los cuales 6 correspondan a la enfermedad de Alzheimer (dos de cada tres casos son diagnosticados como Alzheimer, según el World Alzheimer Report, 2018).
Aunque la enfermedad es sobradamente conocida, los cambios recientes a nivel de salud, calidad de vida e innovación sanitaria han derivado en nuevos perfiles demográficos que, ligados al progresivo envejecimiento poblacional e incremento de la esperanza de vida, harán que el número de casos aumente en las próximas décadas llegando a triplicarse en 2050. Sin embargo, no hay que dejar a un lado que los avances clínicos ofrecen actualmente un mejor pronóstico y que, a lo largo de este siglo, las necesidades de las personas que padecen Alzheimer y las que están implicadas en esta situación (profesionales sanitarios, cuidadores, familiares…) también han cambiado. El paso del tiempo no sólo ha generado nuevos perfiles demográficos y estructuras familiares. También nuevas demandas. Por ello, debemos ser conscientes de que, si las necesidades evolucionan, resulta fundamental que las respuestas sean acordes a las mismas. En esta línea, la Confederación Española de Alzheimer ha elegido el lema #Evolución para conmemorar este 21 de septiembre. Un eslogan sencillo, pero que da cuenta de la necesidad no sólo de reflexionar sobre el nuevo escenario que implica el contexto de la salud, sino de actuar en consecuencia.
Esa evolución implica pues un cambio. Un cambio que nos obliga a impulsar una transición hacia nuevas propuestas relacionadas con el diagnóstico, la intervención y la asistencia a fin de reinventar el proceso ligado a cualquier enfermedad. Un cambio que, apoyado mediante la transformación digital y la incorporación de nuevas soluciones tecnológicas permitan realizar diagnósticos más precisos y tempranos; faciliten una transición desde modelos asistenciales clásicos hacia nuevas propuestas; y proporcionen herramientas que impulsen el paradigma de la medicina de precisión considerando el importante peso que la medicina traslacional presenta. Cambios mediante los que, al margen de influir sobre aspectos económicos, principalmente, ofrezcan a la persona el mayor grado posible de independencia y calidad de vida. Para ello, en el ámbito de la salud, el diseño centrado en el usuario cobra una importancia capital, actuando como eje central para, en primer lugar, conocer sus necesidades y, a partir de ellas, ofrecer la respuesta óptima. Una respuesta variada que podrá pasar por enfoques múltiples basados robots asistenciales, tecnología vestible o modelos de algoritmos inteligentes basados en Inteligencia Artificial. Las posibilidades son múltiples, pero siempre deben cumplir una premisa esencial: generar un impacto positivo en el día a día no sólo de la persona, sino también en todos aquellos que forman parte de su entorno más cercano.
Sin duda, un enfoque en el que las Tecnologías de la Información y la Comunicación pueden ser una herramienta perfecta para proporcionar a las personas todos estos aspectos tratando de acercarnos a ese envejecimiento saludable que todos pretendemos. Por ello, desde CTIC trabajamos en el desarrollo de soluciones que acerquen a la población a este objetivo, empleando a las TIC para aportar valor, tanto a profesionales sanitarios como a la propia población, en los ámbitos de salud digital, vida independiente, experiencia de usuario y desarrollo de entornos amigables. La tecnología ha sido y es nuestra herramienta fundamental. Un vehículo excelente para ofrecer vías de monitorización remota del usuario en su hogar o entorno habitual y crear entornos adaptados a la edad, aportando a las personas autonomía e independencia y permitiendo extender la estancia en el lugar que más quieren, su hogar; mejorar su calidad de vida mediante sistemas de estimulación cognitiva y física personalizados; desarrollar algoritmos de clasificación y predicción clínica basados en análisis inteligente de datos que ayuden en su labor al profesional sanitario; e implementar soluciones dirigidas a apoyar a las familias, cuidadores y organizaciones atencionales, en su importante labor diaria. Soluciones, todas ellas, dirigidas a las personas. Soluciones, siempre, centradas en el usuario mediante el diseño de dispositivos amigables, tecnologías accesibles e interfaces multimodales. Soluciones en las que contamos con la persona como punto capital del proceso. Propuestas que nos han permitido abordar importantes retos relacionadas con la salud como, por supuesto, el Alzheimer, y conocimientos y experiencia que nos refuerzan para afrontar los nuevos desafíos sociosanitarios del futuro.
En definitiva, un enfoque, el de la evolución, que ha formado parte del carácter de CTIC a lo largo de nuestros 15 años de vida y que, tanto en el ámbito de la salud como en el de otras áreas de especialización, se traduce en la investigación y aplicación de tecnologías disruptivas que permitan ofrecer la solución más adecuada a cada situación. Un objetivo para el que es esencial contar con el usuario, con sus características particulares y cambiantes, como parte activa en todas las fases del proceso, desde el diseño hasta la implementación de la solución. Sin duda, la única vía para conocer cuáles son sus necesidades y tener la posibilidad de adaptarse, de cambiar… de evolucionar. Y es que, como dijo el periodista Stephen Crane, "el que puede cambiar sus pensamientos, puede cambiar su destino". Nosotros aceptamos el reto, ¿y tú, te unes a la #Evolución?
Ignacio Pedrosa
-Envejecimiento Activo y Bienestar-