Las tecnologías más novedosas como el big data, el internet de las cosas y los sistemas inteligentes de gestión están cambiando vertiginosamente el modo en el que se construyen los edificios modernos. Pero, ¿qué ocurre con el parque de viviendas ya existentes?
En España, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Fomento hay 25.645.100 viviendas, de las cuales las últimas construidas contarán con al menos algún sistema que mejore la eficiencia energética en el edificio según los mínimos obligatorios que marca la normativa sobre eficiencia energética y, por lo tanto, darán un respiro al bolsillo del inquilino y al medio ambiente. Sin embargo, otra gran parte de las ya existentes no dispone de mecanismos que las conviertan en las llamadas “viviendas pasivas” o “edificios de consumo energético casi nulo”. En Asturias, según datos del documento ‘Estimación del parque de viviendas’ publicado por Fomento, contamos con algo más de 624.000 inmuebles con una situación similar a la del resto de España donde la eficiencia energética la encontramos en las obras nuevas.
En la actualidad, cada vez se habla más de las casas eficientes y de una forma de edificar que busca minimizar el consumo energético de forma que se construye respetando el medio ambiente, reduciendo las emisiones contaminantes a la atmósfera y consiguiendo un ahorro económico en calefacción y refrigeración para los usuarios de los inmuebles. Sin embargo, casi siempre hacen referencia a edificios nuevos y apenas hay ejemplos de estas características en el parque de viviendas ya existente.
Rehabilitar un edificio construido supone un gasto elevado en tiempo y dinero, por lo que muchas comunidades de vecinos optan por no acometer las obras necesarias para transformar su edificio en inteligente. Es por esto que a día de hoy es difícil encontrar inmuebles de este tipo que consigan alcanzar elevadas cotas de eficiencia energética. La situación se hace aún más complicada en las viviendas de carácter social donde muchas veces sus habitantes son quienes más sufren los efectos de construcciones ya con muchos años y con deficiencias de aislamiento y de unos sistemas de calefacción obsoletos que les obligan a soportar unas condiciones de temperatura y humedad en las viviendas que están lejos de ser compatibles con el confort.
Con esta situación, el término pobreza energética se extiende cada vez más y son pocos los bolsillos que pueden permitirse la compra de una vivienda nueva que consiga altos estándares de eficiencia energética o una rehabilitación de su vivienda habitual que difícilmente conseguirán amortizar a lo largo de la vida útil del inmueble. Para Europa, esta problemática actual es una de las prioridades recogidas en los retos sociales del Programa H2020 y se buscan soluciones que consigan la mejora de la eficiencia en edificios construidos de todo el continente reduciendo el consumo total de energía, potenciando la integración de renovables y simplificando la manera de conseguirlo. En Asturias, Vipasa, que administra el parque de viviendas del Principado de Asturias, es consciente de esta problemática y colabora con CTIC Centro Tecnológico en actividades de I+D para cuantificar el potencial de mejora en términos de eficiencia energética en viviendas que forman parte de su Parque.
En la actualidad e intentando dar respuesta a esta problemática actual, CTIC, especializado en tecnologías innovadoras para la transformación digital de las empresas y los territorios, con amplia experiencia en Internet de las cosas (tecnología que permite a los dispositivos conectarse a Internet y que permiten al usuario controlarlos y manejarlos de forma remota desde cualquier parte del mundo) y gracias a su conocimiento experto en estándares desarrollados por W3C (organismo internacional del que forma parte y que se encarga de hacer la web tal y como la conocemos hoy) forma parte de un proyecto europeo para mejorar la eficiencia en viviendas ya construidas junto con 15 socios de 10 países. Uno de esos compañeros es García Rama, pyme asturiana especializada en la rehabilitación de fachadas y edificios y muy comprometida con la innovación.
Proyecto Heart
Agosto. 24 grados y subiendo. Las previsiones indican que la ola de calor no se irá hasta mediados de la semana siguiente. En casa, el sistema desarrollado por HEART mantiene la temperatura a raya aprovechando las primeras horas de la mañana para la ventilación y controlando la humedad de la vivienda. Es el mismo sistema que en enero, en pleno invierno, aprovecha las horas centrales del día cuando más luz tiene la vivienda para poner en mínimos la calefacción y subirla a tiempo para que en el momento que comience a oscurecer sea capaz de mantener la temperatura. El aislamiento diseñado por García Rama evita las pérdidas de calor por fachada, manteniendo las condiciones interiores y reduciendo el consumo energético. La casa del futuro es ya un presente. Pero un presente no solo en viviendas de lujo o de reciente construcción si no también en edificios sociales.
El proyecto HEART desarrolla una herramienta que se comunica con todos los componentes del edificio que tienen que ver con la energía como son los sistemas de calefacción, refrigeración y ventilación, placas fotovoltaicas, suministro de la red eléctrica, así como sensores de temperatura, humedad, luminosidad y CO2 que se colocan en el interior de la vivienda y otros que permiten medir las condiciones exteriores, y que pueden ir integrados sobre el propio aislamiento en fachada diseñado por García Rama. Los datos se reciben a través de Internet, se trabajan en tiempo real y se combinan con otros como pueden ser las previsiones meteorológicas. Así la “casa inteligente” logrará aprender de los consumos y usos del usuario y también del exterior para garantizar el confort con el mínimo gasto. CTIC se encarga de que todos los dispositivos que interactúan en el edificio estén integrados y haya una correcta comunicación entre ellos.
De esta manera las administraciones públicas tienen una solución en sus manos para aquellos parques de viviendas residenciales que gestionan. Viviendas muy antiguas, por lo general y que conllevan unos costes desproporcionados en calefacción y refrigeración a sus usuarios para alcanzar unas condiciones de confort mínimas. Este sistema tendría un coste equivalente a los que se ofrecen en la actualidad pero con muchas ventajas. Supondría reducir la duración de las obras de renovación del edificio en al menos un 30% el tiempo y permitiría un ahorro energético y por lo tanto económico, muy superior al que ofrecen los sistemas convencionales alcanzando una reducción del consumo energético de aproximadamente el 60% respecto a lo que se consumía antes de la rehabilitación. Con estas cifras los periodos de amortización de la inversión son inferiores a los 15 años, lo que las hace viables para su implantación en este tipo de viviendas.
Hablamos de una realidad más cercana de lo que puede parecer. Después del verano, el proyecto HEART comenzará a validar la tecnología en viviendas sociales en Italia y Francia.