Pasar al contenido principal

El 11 de febrero celebramos el Día de Internet Segura, un evento promovido por la red INSAFE-INHOPE con apoyo de la Comisión Europea para promover un uso seguro y positivo de las tecnologías digitales especialmente entre menores y jóvenes. Un buen momento para reflexionar en torno a las políticas y estrategias de protección del menor en la red, y de su evolución constante y necesaria.

En la década de los 90 prevalecía la idea de que Internet no debía regularse en cuanto a su relación con los menores, el foco se ponía en promover un mayor acceso aprovechando las oportunidades educativas que ofrecía, en contraste, por ejemplo, con la TV cuyo impacto sobre los menores siempre fue objeto de preocupación pública. 
Las primeras políticas y estrategias de protección se desarrollaron observando a los y las menores como víctimas o posibles víctimas debido a la proliferación de dos tipos de contenidos en la red (contenidos ilícitos y contenidos nocivos ) y del fácil acceso que tenían a los mismos. (“Safer Internet”, 1999-2005; “Safer Internet Plus, 2005-2008).

Estas primeras medidas de protección implicaron la cooperación de la industria a través de mecanismos de autorregulación y corregulación con objeto de dar respuesta a la necesidad de regular los contenidos que se generaban en Internet, ante una legislación demasiado lenta para adaptarse con facilidad a los cambios que se producían en la red.  

Así, comienzan a desarrollarse los primeros filtros de contenidos y sistemas de etiquetado. Pero, en la evolución de Internet hay un momento crucial, es el momento a partir del que podemos formar parte (de Internet), no sólo viendo, sino participando, el momento en que empezamos a crear contenido, subir texto, imágenes, en definitiva, crear y publicar contenido, y sin tener conocimientos de programación; estamos hablando de lo que denominábamos web 2.0.

Fue un momento maravilloso, pero llevaba aparejado algo inédito hasta ese momento y es que, por primera, vez nos exponíamos a la falta de anonimato en la red. Y lo más importante, en ese momento es cuando se empieza a observar a las y los menores, ya no solo como víctimas, sino también como posibles infractores e infractoras a través de actuaciones que no solo les pueden poner en peligro personalmente, sino que pueden poner en peligro a terceras personas. Es decir, la agresión ya no solo podía venir de extraños.

Así, las políticas de protección han tenido que ir abordando problemas de conducta derivados del comportamiento de los propios niños y niñas que han conducido a nuevas áreas de riesgo y de daño potencial.

Nos encontramos así, ante una nueva realidad en la que se reconoce que no hay una única solución a los retos que planteaba la utilización masiva de Internet: los y las menores y las familias tenían que asumir mayores niveles de responsabilidad.

Es el momento en el que se pasa de educar en los riesgos a educar también en la responsabilidad, ya no se habla solo de educar para un uso seguro, hablamos de educar en un uso seguro y responsable.

Cobra importancia comprender la relación de los y las menores con las TIC, una relación más compleja de lo que en principio podíamos prever. Así, de la mano de proyectos y grupos de investigación como Eu kids Online, que registraban la realidad de las experiencias online de las y los menores, aprendimos que los esfuerzos por proteger a los menores, también debía tener en cuenta e ir orientados hacia la protección de sus derechos, desarrollando medidas de prevención, sin reducir indebidamente el beneficio de las TIC para los y las menores, lo que requiere un conocimiento profundo de la relación entre riesgo e incidencia.

Aprendimos, por ejemplo, que el impacto de las TIC no se producía solo en la escuela, que el entorno informal, u otros espacios tenía igual o más incidencia en los procesos de aprendizaje que el uso de las TIC en la escuela y que un porcentaje alto de las capacidades digitales de los jóvenes son adquiridas a través de sus pares.

Y esto nos conduce a hablar de la Competencia Digital, donde la seguridad forma parte de esta competencia. La Competencia Digital abarca la comprensión de las oportunidades y de los riesgos potenciales. Ser competente digitalmente nos permite hacer elecciones que nos mantengan seguros cuando se explora, comunica, crea y colabora con las TIC.

Por tanto, entendemos que el uso seguro y responsable de la tecnología no se puede enseñar de forma aislada, tiene que formar parte del aprendizaje de las competencias digitales y además hacerlo de forma interdisciplinar.

En los últimos años, algunas metodologías que han demostrado buenos resultados en la prevención de riesgos son aquellas que centran el protagonismo en el alumnado, como las tutorías entre iguales o la figura del alumnado mediador TIC. 

Consolidar el buen uso de la tecnología, pasa también por diversificar los usos que las y los jóvenes hacen de esta. Desde hace unos años desde algunas entidades como CTIC Centro Tecnológico añadimos una nueva orientación a las estrategias de protección de las y los menores y hablamos de “Uso seguro, responsable y Creativo de la Tecnología” promoviendo el diseño de metodologías y prácticas que incentiven la seguridad y responsabilidad digital explorando nuevas narrativas digitales, (desarrollando aplicaciones, videojuegos, servicios, …) donde son los propios menores los que aprenden a producir conocimiento sobre seguridad y TIC. Es decir, se trabaja la seguridad desde la propia dimensión digital, desde la vertiente más creativa del ámbito digital, vinculando así el aprendizaje en seguridad y el uso positivo de la tecnología. Las Cybertasks for Kids de Is4k son un buen ejemplo.

Día de Internet Segura

 

Constantemente se plantean nuevos retos

En estos momentos manipular y elaborar contenido deliberadamente falso es más sencillo que nunca. Es evidente que debemos poner el foco en la necesidad de reforzar la alfabetización mediática, la actitud crítica, una vez más hablamos de competencia digital en sentido amplio.

Conceptos como bienestar digital, desconexión digital surgen en los últimos años como consecuencia de la progresiva concienciación sobre el uso excesivo y descontrolado, promoviendo la hiperconectividad un deterioro significativo en diversos ámbitos de nuestra vida y surgiendo trastornos asociados a este uso excesivo como el miedo a no tener el móvil siempre con nosotros (nomofobia), el miedo a perderse algo (fomo), la vibración fantasma, etc.
En definitiva, se trata también de promover la voluntad y la capacidad de saber construir hábitos saludables, una relación sana, libre y equilibrada con el medio digital.

Y el futuro…

En un primer momento hemos hecho hincapié en la necesidad de que, especialmente los y las menores, diferenciaran el mundo online y el mundo físico para después observarlo como una prolongación de la propia persona. Sin embargo, el avance tecnológico parece que se empeña en mezclar ambas realidades y así, la tecnología mixta o realidad híbrida combina a tiempo real realidad virtual, realidad aumentada y realidad física, multiplicando así sus posibilidades, creando nuevos espacios donde interactúen tanto objetos como personas, tanto reales, como virtuales. Proponiéndonos nuevos retos para la seguridad de los y las menores, pero también nuevas e inmensas oportunidades.

Lidia Parra

- Equipo Innovación Educativa -

CTIC Centro Tecnológico

TAGS