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En España, según el INE, el porcentaje de teletrabajadores ha pasado de 7,5% a 48,8% en pocos meses en este año 2020 que nadie olvidará, la inversión en oficinas se ha reducido un 45% en el tercer trimestre de 2020 respecto al año anterior, e incluso se ha publicado una nueva Ley del Teletrabajo.

Trabajar desde casa se ha convertido en algo mucho más habitual en este último año por las circunstancias que la pandemia del Covid19 nos ha obligado a vivir. Un trabajo que no siempre es cómodo, ni fácil de realizar, ya que, ni disponemos de los medios técnicos, ni organizativos, ni domésticos, ni emocionales para poder gestionar adecuadamente la situación.

Ha sido un tsunami que nos ha pasado a todos por encima, y unas circunstancias sobrevenidas a las que nos hemos adaptado de la mejor manera posible y con la mejor de las intenciones en la mayoría de los casos. En un gran número de empresas ni siquiera estaban preparadas para adaptar sus procesos al trabajo deslocalizado, ni los trabajadores disponían de los medios o los conocimientos para trabajar en remoto en sus casas.

Otro caso muy distinto son las grandes empresas donde el teletrabajo ya era un formato más establecido, aunque no lo estuviese en todo su espectro profesional, sí se disponían de medios y conocimientos más arraigados que facilitaron la adaptación de sus procesos y sus profesionales a la nueva situación del trabajo deslocalizado.

Fueron esas medianas y pequeñas empresas las que sufrieron de una manera más significativa su adaptación. Nadie duda que fue una gran oportunidad para todos probar en primera persona un formato de trabajo que cada vez está más demandado, y que la actual tecnología ya permite realizar en gran medida: el trabajo conectado.

Pero esto implica un cambio en la relación empresa-trabajador y no se trata simplemente de realizar las mismas funciones, pero desde casa. Eso no funciona a medio o largo plazo. Es necesario redefinir los procesos organizativos, las relaciones responsable-colaborador, establecer unos objetivos claros y concretos para que el empleado sepa a qué atenerse, y disponer de medios para medir la eficiencia del teletrabajo.

Podemos entender que se trata de un cambio de paradigma, más que un cambio de formato o de localización del trabajo. Las implicaciones son mucho mayores y, por tanto, no hablaríamos únicamente de teletrabajo, sino de trabajo conectado. Un término que pretende abarcar un cambio cultural en la empresa.

esquema de trabajo conectado

Desde CTIC entendemos este concepto de trabajo conectado se basa en cuatro pilares fundamentales:

  • Flexibilidad: Una empresa que trabaja de forma conectada no tiene estructuras rígidas de horarios o funciones, sino que trabaja por objetivos, tiene una alta productividad y se amolda a las necesidades de clientes, trabajadores y colaboradores.

  • Ubicuidad: Ser una empresa ubicua no implica solamente que el equipo tenga que trabajar en casa o en diferentes localizaciones, sino que todos tienen la potencialidad de hacerlo en cualquier momento.

  • Trabajo en equipo: En una empresa conectada, trabajar en equipo supone repartir tareas, elaborar documentos compartidos, y comunicarse de forma ágil, independientemente de la ubicación y el horario de cada persona.

  • Hiperconectividad: Estar hiperconectado implica tener la posibilidad de operar y comunicarse sin barreras no sólo con los equipos de trabajo, sino con las empresas colaboradoras y clientes, en lo que se conoce como omnicanalidad.

Desde nuestra amplia experiencia practicando el trabajo conectado desde hace años en primera persona, y ayudando a otras empresas a implantarlo, hemos puesto en marcha una iniciativa que pretende acompañar a las organizaciones a adaptarse de la manera más eficiente y saludable posible a este nuevo paradigma. Visita la web Trabajo Conectado y descubre todo lo que puedes hacer para mejorar tu organización.

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